Del magnífico blog de Flannery O'Connor en español recojo la siguiente anécdota de la genial escritora estadounidense. Una gran escritora que supo combinar en su literatura el estilo sureño de Faulkner con su fe católica. Su estilo es de un gran realismo, un realismo crudo y a veces de extrema dureza, pero que frente al moderno realismo literario carente de moralidad y de sentido, encierra una demoledora crítica del nihilismo. Flannery O'Connor, al igual que otro gran escritor de lengua inglesa, Evelyn Waugh, reconoce la gran importancia de la actuación de la gracia en sus personajes, incluso cuando estos parecen resistirse. Su obra tiene un profundo trasfondo filosófico y teológico, ya que como muestran los siguientes fragmentos, era una gran lectora de Santo Tomás de Aquino; pero también de otros autores tomistas modernos, como Etienne Gilson. El realismo literario de sus libros se nutre siempre de ese realismo filosófico; una mezcla del estilo sureño tradicional estadounidense con la metafísica tomista por la cual esta novelista católica en el sur protestante se autodenominó a sí misma como Hillbilly Thomist.
De las Cartas (p. 92):
No podría enjuiciar la Summa [de Santo Tomás de Aquino]; lo que podría decir es que todas las noches leo unos veinte minutos antes de acostarme. (…) En cualquier caso, me parece que puedo garantizar que santo Tomás amaba a Dios porque, por más que lo intento, no puedo dejar de amar a santo Tomás. Sus hermanos no querían que malgastara su vida siendo dominico, por lo que lo encerraron en una torre y metieron una prostituta en su dormitorio; la sacó con un atizador al rojo vivo. Hoy en día estaría de moda sentir simpatía hacia la mujer, pero yo tengo simpatía por Santo Tomás.
A Betty Hester le parecía que con eso que decía Flannery mostraba una actitud 'fascista', por defender el uso de la fuerza. Y Flannery responde (p. 95):
Pero busque otra palabra que no sea fascista para describirme tanto a mí como a Santo Tomás. Tampoco serviría totalitario. Santo Tomás y san Juan de la Cruz, aun siendo tan diferentes, estaban completamente unidos por la misma fe. Cuanto más leo a santo Tomás más flexible me parece. A propósito, san Juan hubiera sido capaz de sentarse con la prostituta y decir: "Hija, pensemos en esto", pero sin duda santo Tomás se conocía a sí mismo y sabía que debía librarse de ella con un atizador o ella le vencería. No sólo estoy de parte de santo Tomás, sino también de acuerdo en que usase el atizador. A esto lo llamo ser un realista tolerante, no un fascista.