Empiezo hoy este blog en la Fiesta de Santo Tomás de Aquino (7 de marzo), encomendándome a él y pidiendo que nos ilumine siempre con su elevadísima ciencia. Las palabras "non nisi te, Domine", hacen referencia a esa escena milagrosa que representa Berruguete en este cuadro, cuando Santo Tomás de Aquino rezaba ante el crucifijo en la capilla de San Nicolás de Nápoles, y el sacristán, fray Domingo de Caserta escuchó que Cristo le habló al Doctor Angélico, diciendo: "Tomás, está muy bien lo que has escrito de mí; ¿qué galardón quieres por tu trabajo?". A lo que Santo Tomás respondió: "Señor, no quiero más que a ti solo" ("Non nisi te, Domine").
Este milagro nos enseña varias cosas, entre ellas, que el mismo Cristo aprobó la doctrina del Ángel de las Escuelas, tal como harán después unánimemente numerosos pontífices de la Iglesia, en mayor o menor medida, siendo un hito importante en la época moderna la encíclica Aeterni Patris, de León XIII. Y por otra parte, nos enseña de manera magistral cómo debe ser nuestra relación con Dios; Santo Tomás, que intelectualmente voló más alto que ninguna otra criatura para acercarse a Dios, en ese año de 1273 (un año antes de su muerte), decidió callar finalmente,; dejó de escribir e incluso afirmó que toda su obra era simple paja frente a las visiones que tuvo en sus éxtasis místicos mientras celebraba el Santo Sacrificio de la Misa. En un estado que anticipaba su inmediata visión beatífica tras la muerte, Santo Tomás voló aún más alto inflamado por la caridad, y tuvo que callar. A la vida intensa de estudio, el Aquinate unió siempre la intensa oración, ya que nuestro conocimiento de Dios es siempre un empequeñecimiento del Ser supremo, mientras que nuestro amor a Dios es un engrandecimiento y elevación de nosotros mismos como criaturas, separados de Él por un abismo ontológico. Además, Santo Tomás nos enseña aquí también, que la más alta oración que se puede ofrecer a Dios, la ofrenda más grande que se le puede hacer es la Santa Misa, la cual celebraba entonces con continuas y abundantes lágrimas en los ojos. Santo Tomás de Aquino nos enseña a amar a Dios especialmente en el Santísimo Sacramento, y lo hace como nadie con sus excelsos himnos eucarísticos, Tantum ergo y Pange Lingua.
Este blog no trata de ser un estudio del pensamiento de Santo Tomás, lo que supone una labor tan inmensa que escapa completamente a nuestras posibilidades, pero sí pretende nutrirse de la sabiduría de su Filosofía perenne, siempre vigente y fecunda en todo tiempo y lugar. Con Santo Tomás, Doctor común, queremos ser guiados en la recta ratio y la recta fides, y afirmar con él que no queremos nada que nos aleje de Dios. No queremos nada sino a tí, Señor.
Sancte Thomae Aquinatis, ora pro nobis.
Este milagro nos enseña varias cosas, entre ellas, que el mismo Cristo aprobó la doctrina del Ángel de las Escuelas, tal como harán después unánimemente numerosos pontífices de la Iglesia, en mayor o menor medida, siendo un hito importante en la época moderna la encíclica Aeterni Patris, de León XIII. Y por otra parte, nos enseña de manera magistral cómo debe ser nuestra relación con Dios; Santo Tomás, que intelectualmente voló más alto que ninguna otra criatura para acercarse a Dios, en ese año de 1273 (un año antes de su muerte), decidió callar finalmente,; dejó de escribir e incluso afirmó que toda su obra era simple paja frente a las visiones que tuvo en sus éxtasis místicos mientras celebraba el Santo Sacrificio de la Misa. En un estado que anticipaba su inmediata visión beatífica tras la muerte, Santo Tomás voló aún más alto inflamado por la caridad, y tuvo que callar. A la vida intensa de estudio, el Aquinate unió siempre la intensa oración, ya que nuestro conocimiento de Dios es siempre un empequeñecimiento del Ser supremo, mientras que nuestro amor a Dios es un engrandecimiento y elevación de nosotros mismos como criaturas, separados de Él por un abismo ontológico. Además, Santo Tomás nos enseña aquí también, que la más alta oración que se puede ofrecer a Dios, la ofrenda más grande que se le puede hacer es la Santa Misa, la cual celebraba entonces con continuas y abundantes lágrimas en los ojos. Santo Tomás de Aquino nos enseña a amar a Dios especialmente en el Santísimo Sacramento, y lo hace como nadie con sus excelsos himnos eucarísticos, Tantum ergo y Pange Lingua.
Este blog no trata de ser un estudio del pensamiento de Santo Tomás, lo que supone una labor tan inmensa que escapa completamente a nuestras posibilidades, pero sí pretende nutrirse de la sabiduría de su Filosofía perenne, siempre vigente y fecunda en todo tiempo y lugar. Con Santo Tomás, Doctor común, queremos ser guiados en la recta ratio y la recta fides, y afirmar con él que no queremos nada que nos aleje de Dios. No queremos nada sino a tí, Señor.
Sancte Thomae Aquinatis, ora pro nobis.
Dicitur: "Sancte Thoma Aquinas, ora pro nobis"
ResponderEliminar